miércoles, 16 de mayo de 2018

Tres modos de la ética

Esta vez haré referencia a cuatro autores, quienes definen la ética desde sus distintas perspectivas, entregándonos distintos modos de entender el concepto.
Aristóteles
Primeramente, Aristóteles nos habla acerca de que las acciones humanas tienen un fin, lo cual se entiende que para alcanzar el fin se busca un medio, aludiendo a que el mayor peligro sería errar el fin, dando como resultado que errado el fin, está errado el medio (Aguado, 2009). Además, desde esta mirada, Aristóteles plantea que el fin último de las acciones humanas es la felicidad, y que la verdadera felicidad ha de alcanzarse haciendo las cosas conforme a la razón, a través de las virtudes.
En el libro ‘’Ética a Nicómaco’’, Aristóteles propone una definición del bien, mostrando como todas las acciones y elecciones humanas van dirigidas al bien. También presenta dos tipos de fines: unos que son acciones como el fin de cantar, y otros que son fuera de las acciones como lo son el curar o edificar. A su vez demuestra como unas cosas se desean por sí mismas como la salud, y otras aparecen a propósito de otras cosas, como la navegación por la riqueza. Siempre teniendo en cuenta de que el fin será la felicidad. Desde este punto de vista, el pensar ético aristotélico estaría enfocado en el bien. En utilizar las virtudes como recurso óptimo para el alcance de la felicidad.

Immanuel Kant
Kant, por otro lado, explica una mirada más imparcial acerca de la ética. Para contextualizar un poco, la ética kantiana pretendía responder a dos problemas históricos relacionados estrechamente, que surgieron del pensamiento moral y político europeo durante el siglo XVI. Primeramente la decadencia de la fuerza moral religiosa, y luego la coexistencia de comunidades diferentes con ideales de vida distintos dentro de un mismo territorio con instituciones comunes (Ferro, 2006). Por lo que al parecer intenta buscar una ética que sea absoluta y aplicable a toda la comunidad por diversa que sea, yendo más allá de determinados valores y morales.
La ética de Kant es expuesta fundamentalmente en la metafísica de las costumbres y en la crítica de la razón práctica, por lo que constituye el intento más elaborado de construir una ética universal. Según Kant, existirían muchas cosas buenas como el valor, la decisión, la perseverancia entre otras, sin embargo estas mismas cualidades pueden ser malas y dañinas si provienen de una voluntad que ha de hacer un mal uso de ellas, por lo que tales cualidades necesitan restricción (Cimoamo). Entonces, una voluntad buena, lo es en cualquier circunstancia, independiente del fin de la acción. En este sentido, no es muy importante el éxito de la acción si una buena voluntad es la que la ha llevado a cabo. En este sentido, la buena voluntad es buena cuando obra por deber.
Habitualmente las inclinaciones pueden contaminar las acciones y desviarlas del deber, como por ejemplo el no querer ayudar a una persona solo porque no nos agrada, o en otro sentido ayudar a esa persona solo porque sí nos agrada. El actuar ético correcto desde esta mirada, conduciría a ayudar a la persona cualquiera fuere porque el deber determina que debemos ayudar a nuestros semejantes.

Tomás de Aquino
Una tercera perspectiva de la ética, es la definida por Tomás de Aquino, quien define a la persona como ‘’lo más perfecto que hay en toda la naturaleza, o sea, el ser subsistente en la naturaleza racional’’.  Si nos enfocamos en este sentido, el solo hecho de ser personas nos hace poseedores de una dignidad inherente, estando sujetos a deberes y derechos, pero más importante aún, se nos abre el paso de la libertad y la responsabilidad (Gomez, Pereda y Franco, 2013). Dicho de otro modo, el ser libre nos da la posibilidad de ser dueños de nuestros actos.
La filosofía de Santo Tomás toma la realidad como punto de partida. Esta realidad se encuentra especificada por una esencia de las cosas que podemos conocer con la razón. En este sentido, el pensar ético se encuentra bajo el reconocimiento de que existe un orden en la realidad que el hombre no ha creado y que por tanto, debe descubrir.
De esta forma, son las acciones las que configuran a las personas, y al poseer la libertad, son las mismas personas quienes serán responsables de si sus acciones son adecuadas a su naturaleza, teniendo el libre albedrío de querer y respetar el orden inscrito en su propio ser para alcanzar el desarrollo pleno como persona o actuar en contra de su naturaleza, viviendo en discordancia con su propia dignidad.


Referencias

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